En la Argentina existen dos tipos de hinchas: los que van con sus familias o amigos a disfrutar del espectáculo deportivo y los que van a dirigir a determinadas multitudes para obtener beneficios económicos.
Estas últimas personas conocidas como barra bravas asisten a la cancha en grandes grupos organizados, generalmente tienen uno o varios líderes, utilizan banderas, lienzos y diferentes instrumentos musicales y se caracterizan por ser los autores de diversos incidentes dentro y fuera del estadio.
Además, por razones desconocidas, tienen la posibilidad de ingresar material pirotécnico a las tribunas para lanzar durante el desarrollo del encuentro con el objetivo de alentar a su equipo.
A pesar que el término “barra brava” se comenzó a usar a principios de la década de 1960, después del asesinato policial de un muchacho llamado Mario Linker en el partido entre Vélez Sársfield y River Plate, la violencia en el fútbol se remonta a 1924, cuando se registró el primer crimen, ocurrido en Montevideo, luego de un encuentro por el Campeonato Sudamericano entre los locales y la selección argentina.
En territorio argentino, las primeras víctimas fatales se cobraron en 1939 en un partido de cuarta división entre Lanús y Boca, donde un niño de 9 años fue asesinado por un policía que disparó hacia la tribuna luego de que algunos simpatizantes xeneizes intentaran ingresar al campo de juego.
Lamentablemente, la mayoría de los clubes de la Argentina tiene sus grupos de barra bravas, los cuales son sustentados económicamente por dirigentes de cada institución. Además, estas personas reciben entradas gratis y se les abonan los viajes a los estadios.
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